-Sólo si te cambias de nombre –respondo.
-Por ti, puedo llamarme como quieras.
-Noviembre.
-¿Qué?
-Que te llamaré noviembre –le digo, antes de que me devuelva el cigarro y dé media vuelta, cerrando la puerta con un golpe al salir.
Y pienso que quizá la cosa funcione así. Que la única forma de olvidarte sea desnombrar, uno por uno, a la humanidad entera.
http://uncuerpoquelate.blogspot.com.es/2012/11/noviembre.html